Florecieron al mismo tiempo.
Entre la angustia y la bruma.
Después de un invierno tibio
consagrado a mirarnos lo pies.
De pronto estaban ahí,
en todas las calles.
Un entramado morado
de dedos luchando por alcanzarse.
Un refugio de flores
para protegernos del polvo, la lluvia y el viento.
Un frágil techo para que el sol nos plantara
un beso morado en la frente.
Ahora una tenue contracción
hace que las jacarandas se oscurezcan
y nuestros pesares quizás caigan
tan lentamente
como la más pequeña flor
se desprende de una rama.
sábado, 24 de abril de 2010
Jacarandas
Publicado por twigs and water en 9:38
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